Vivir Juntos

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El problema de los refugiados supone una pesada carga para la sociedad. Repleto de  tensiones sociales y de dilemas. ¿Podríamos aplicar los principios del buen gobierno e integridad para tomar las decisiones más justas?

Actuar con moral justa es tomar una decisión que esté de acuerdo con nuestros valores de humanidad, seguridad, hospitalidad… así como compartir, solidaridad y libertad. La decisión tendría que tener en cuenta los derechos, intereses y deseos de todos los involucrados. De tal decisión podría resultar un daño y/o un beneficio. Por ejemplo: un municipio donde se hubiera prometido a los ciudadanos una casa de alquiler. La llegada de un grupo de refugiados desde Siria se le presenta de forma inesperada al alcalde, y por lo tanto un dilema: ¿Debería dar a nuestros propios ciudadanos tiempos de espera más largos, si o no?

La acogida de los refugiados se ve acompañada entonces de emociones intensas. A veces se presenta el miedo al extraño y/o una preocupación seria sobre el futuro de nuestra civilización sin embargo, a menudo, existe involucración con el destino de las personas desplazadas quienes, después una guerra sangrienta, están ansiosos y ciertamente abandonados, anhelan la seguridad y el reconocimiento de su personalidad. ¿Cómo hacemos frente a la acumulación de emociones, sentidos, deseos y/o derechos?

Investigación y dialogo

Primero, tomándoles en serio entre si y buscando juntos los argumentos existentes detrás de las emociones. Segundo, investigando también juntos qué argumentos abogan en pro o en contra de cualquier decisión. Nuestros valores estarán presentes, como es lógico, en nuestras decisiones. Precisamente la nomenclatura de todos esos valores se ofrecería como espacio indispensable para un dialogo, ya que en efecto, reconoceremos enseguida los principios de cada uno. Su investigación en común nos traerá la paz y la reflexión y nos mostrará también el daño que nuestra decisión pudiera implicar, ya que conocerlo ofrecería incluso la oportunidad para compensar efectos indeseados. En nuestro ejemplo de la asignación de una casa, podría explicar el alcalde a los refugiados y a los ciudadanos por qué alguno de ellos debería esperar un tiempo. Para hacer aceptable la decisión al ciudadano, el municipio podría llevar a cabo un acuerdo concreto sobre nuevas fechas y, eventualmente, contribuir con los gastos del mobiliario. En el caso del refugiado que tuviera que esperar, la compensación podría ser una alternativa o la posibilidad de seguir, entre tanto, algún curso formativo.

Hay más dilemas, como el establecimiento de un centro para refugiados en una comunidad o el regresar de la gente; utilizar si o no el conocimiento profesional y las propias competencias de los ciudadanos de Siria y de otros países para nuestra sociedad. De verdad: Por supuesto que se les podrían ofrecer todas las oportunidades. Un buen ejemplo son unos refugiados que trabajan como voluntarios en algunas casas de mayores.

En Europa estamos orgullos de nuestros valores. Tolerancia, justicia, seguridad, generosidad, transparencia y sanidad se han comportado con buenos resultados en un sistema de buen gobierno y justicia. Mucha gente de otros países, fuera de la Unión, comparten ya nuestros valores, aunque no los tuvieran en origen, dentro del sistema política, legal, cultural y religioso que conocían. El encuentro forzado entre ellos y nosotros ofrece la oportunidad formidable de intercambiar nuestras ideas y opiniones, reforzando la justicia internacional y haciendo ‘normal’ la tolerancia y la franqueza. Implementar el Buen Gobierno e Integridad es difícil y duro, sin embargo, cada paso adelante disminuye el riesgo de nuevas guerras y dificulta los caprichos de los dictadores y terroristas. El dilema para atrapar si o no a los líderes de Oriente Medio está en vincular de forma irrevocable nuestros propios dilemas con los de los refugiados.

Firmeza y explicación 

Los dilemas nos exigen a nosotros y a nuestros gobiernos la firmeza al tomar decisiones difíciles y explicar los argumentos con total transparencia. A menudo el daño será inevitable y doloroso. El ofrecimiento de una compensación debería ablandar sus consecuencias. Los dilemas difíciles merecen sobriedad y pasión. Tomar a cada cual en serio reforzaría nuestra dignidad y haría aplicable la integridad en la práctica.

Henk Bruning