¿Podríamos dar perspectiva a la desesperación?
El flujo de refugiados hacía la tierra prometida ‘Europa’, desde los países desgarrados por la guerra y la pobreza, viven emociones extremas: se les acepta o se les deja a su suerte. Ambas opiniones se mueven dentro de la razón, por los valores morales como solidaridad, humanidad y seguridad que contienen. Muy tristes resultan las fotos de las personas ahogadas, pero los supervivientes son, como la ministra holandesa del Comercio Exterior dijo, gente con ‘coraje y ambición’. Efectivamente, constituyen en todo caso habilidades muy necesarias para construir un país, sin embargo, la mayoría de los refugiados terminarán en la ilegalidad y verán evaporarse sus sueños. Serán considerados recursos humanos que permanecen sin uso.
Europa liberará dinero para que la gente quede fuera de Europa y se luche contra el crimen de los traficantes. Considerados los principios del estado de derecho, muy bien, el crimen no se puede tolerar.
Hacer de la necesidad un virtud
Si hacemos de la necesidad un virtud y ponemos en práctica el desarrollo con una orientación profesional, la formación y el ‘coaching’, muchos países trabajarían en pro de una nueva constitución que garantizara los derechos de los ciudadanos y el propio Estado de Derecho, pero su aplicación permanece en el embotellamiento.
Las preguntas más sensibles se dirigen hoy a solucionar, en una manera pacifica, las contradicciones culturales, religiosas y políticas, para procesar un pasado que a menudo era violento y ya se ha convertido en actual. Sin embargo, otras preguntas reconocibles deberían ser solucionadas. ¿Cómo pueden mejorar el empleo? ¿Cómo se pueden organizar mejor la Sanidad y la educación? ¿Cómo se puede reforzar el estado de derecho, luchar contra la corrupción y desarrollar la democracia?
Muy importante nos parece promocionar el debate constructivo entre los sindicatos y las patronales, entre el gobierno y las cooperaciones agrícolas, y entre las instituciones religiosas y los jóvenes.
Con su viaje y sus experiencias cercanas a la muerte, los refugiados tienen un destino conectado. Una vez en Europa, podrían verse como expertos locales, para aprender y continuar nuestros conocimientos y experiencias, tal como si fuera correr una pasantía. La historia de cómo Europa resurgió al cabo de una guerra mundial y cómo se venía desarrollando hacia una sociedad con muchas ventajas y oportunidades, es un bagaje con el que pueden volver a sus añoradas casas.
Ellos, a cambio, nos darán los nuevos impulsos a la política internacional. Nuevas maneras para luchar contra el terrorismo y/o las ideas sobre crear empleo en sus países para la generación joven,
Porque seamos honestos, al lado del coraje y la ambición, todos los refugiados tienen también su corazón, que ansía lo mejor para su propio país. Preferirían volver rápido a reencontrarse con su familia y amigos para construir juntos un futuro digno.
Para Europa los refugiados podrían ser una oportunidad sofisticada, que sitúe el desarrollo y la seguridad internacional dentro de una nueva perspectiva mundial humana.
Henk Bruning