Dos velocidades
En víspera de elecciones, después de gobernar cuatro años, el Presidente Rajoy decidió a abrir, de todos modos, la Oficina Anticorrupción. La oficina, supeditada al Ministerio de Justicia, investiga el dinero negro y más aún, quién lo ha obtenido. El motivo principal es que ningún delincuente pueda disfrutar de lo robado. El dinero detectado se podría destinar entonces a fines sociales. La oposición reaccionó ferozmente: muy tarde y con evasivas, irónica incluso al proponer el nombramiento del Sr. Luis Bárcenas como presidente de dicha oficina. Comprensible, porque ya en 2013 el propio Rajoy ha dicho que sería conveniente actuar directamente y de forma contundente contra los miembros de su partido que fueren involucrados en la corrupción. A pesar de los grandes escándalos, nunca se permitió acusar en público a alguien que dañó a la imagen de la Administración Pública. Todo, en su opinión, es de la responsabilidad del juez.
Bueno, mejor tarde que nunca. El daño social de la corrupción supone más de miles de millones de euros. Por eso está bien que exista una oficina que fuerce a los criminales a restituir el dinero robado a la Sociedad. Una oficina profesional es más eficaz para un espacio de largo suspiro, ya que mientras un político viene y se va, su proyección es menos relevante en este sentido.
Entusiasmo
Cuán diferentemente actúan las personas que, desde su corazón profesional y su involucramiento con la sociedad, se están motivando a diario por el buen gobierno e integridad. Una participante de Serbia en un curso de integridad en 2014 en La Haya lo ilustra de la mejor manera posible. La formación hizo de ella y sus colegas embajadores de la integridad. Como juez y profesora, une la acción con la palabra, proponiendo al rector de su universidad de Novi Sad para desarrollar un taller y/o Academia de integridad permanente para los alumnos. La nueva generación de jóvenes, libres y firmes, que podría reflexionar sobre la sociedad en la que quieren vivir y cómo van a comunicar los valores morales con las instituciones y los representantes del pueblo. El rector reaccionaba de manera positiva prometiendo que instalará un equipo que organice el tema de la integridad en una forma divertida, con muchas actividades, talleres, competiciones y concursos.
La integridad tiene por delante una dura marcha por las instituciones, para sensibilizar la burocracia y hacerla caminar por el buen gobierno y la responsabilidad. Sin embargo la integridad también es una manera animada de investigar y organizar cómo se tiene que tratar el futuro y cómo los acuerdos deben viven juntos, a su lado, y mantenerse mutuamente.
Dos mundos diferentes, pero ambos necesarios para complementarse entre sí.
Henk Bruning