Chapuzón en la integridad

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Chapuzón en la integridad

Yo soy un optimista por naturaleza. La reciente noticia sobre la fraude de la empresa alemana Volkswagen me deja confuso. Un negocio tan rentable, capaz de engañar a la sociedad y a sus clientes fieles y, sobre todo trae un país como Alemania en descrédito. ¿Y por qué? Porque su Junta Directiva querría vender más coches que Toyota. No se puede ser más infantil. Mientras, si lees la página web, Volkswagen declaraba en uso siete valores éticos en su práctica diaria: atención al cliente; máximo rendimiento; crear valor; capacidad de renovar; respeto; responsabilidad; sostenibilidad. Las estafas por tanto sólo tienen como objetivo aumentar el propio ego de sus directores. Todo lo demás son tonterías, parece ser.

Por supuesto, acto seguido, el Consejo de Supervisión comienza una investigación, el CEO es despedido y la empresa espera a una multa multimillonaria. Parece que la reserva efectuada, de € 28 miles de millones no será suficiente para pagarla. Sin embargo no hay garantías de que la corrupción y las estafas pertenezcan al pasado. El suspiro de la alta dirección, queriendo ser la más grande del mundo, ha quedado solo en eso, en un suspiro, podemos oír en las otras salas de juntas. Es, lamentablemente la cultura de los capitanes de las industrias.

Volkswagen ha quedado en la misma línea de otras empresas de alto rendimiento como Bankia, Ahold, Siemens y Imtech, que toman riesgos irresponsables y cargan a la sociedad, a la que deberían servir, con las gran consecuencias. A pesar de las páginas web irresistibles, valores corporativos, empleados motivados y un departamento de cumplimiento (compliance) que debe controlar que la empresa trabaja de acuerdo con las leyes y las regulaciones.

Las personas que hacen fraude o permiten a otras estafar por libre, mientras la propia empresa arregla el asunto fraudulento con la fiscalía y se amortizan los costos por medio de gastos de explotación. Lo pasado, pasado está y a continuar. Los altos cargos de la gestión terminarán quedando fuera del gancho y evitando incluso el riesgo de prisión.

La persecución individual

Las personas son personalmente responsables de sus actos. Precisamente con más delito cuando resulte en un gran daño social. La fiscalía debe llevar a los responsables CEO’s y altos cargos ante el juez. Este mes en los EEUU se está presentado una nueva política en el llamado ‘Yates Memo’. Los arreglos entre la fiscalía y una empresa no podrán ya aplicarse como un reemplazo de la persecución personal. La prisión y las multas son posibles ya para los individuos responsables.

España y la UE podrían traducir la sorpresa sobre Volkswagen en una legislación nueva. Una sentencia tendría entonces un efecto preventivo, cuando los culpables saben que no se van a librar de la prisión. Parece ser hoy la única posibilidad para mantener bajo control a los altos gestores y sus consejos de supervisión.

El optimismo es sostenible, si la ley se hace cumplir.

Henk Bruning